El entrenamiento de clown es una experiencia apasionante que nos permite superar el miedo al ridículo y a la exposición y recuperar la espontaneidad y la capacidad de jugar a partir de cosas simples. Este entrenamiento es muy valioso para los artistas de todas las disciplinas y para cualquier persona, aunque no tenga experiencia u objetivos escénicos.
La técnica de clown nos reencuentra con el juego, y nos enseña a compartirlo con el público. Otro de los acentos está puesto sobre el vacío: habitualmente, nos cuesta mucho enfrentarlo, y por eso tendemos a organizarnos intelectualmente para saber qué decir, o qué hacer. El clown nos enseña a tolerarlo y disfrutarlo, mostrándonos los caminos para encontrar el mejor material de trabajo en lo inesperado o en el accidente.
En el otro extremo de la máscara neutra, que es un elemento colectivo, un denominador común que todos pueden compartir, el clown pone de relieve la singularidad de cada individuo.
Confundido habitualmente con el payaso, el clown, tal como nosotros lo concebimos, se diferencia de aquél en su vestuario y maquillaje, pero la gran diferencia técnica es que el payaso trabaja sobre arquetipos del ridículo universal (por ejemplo, el tropezón), mientras que el clown trabaja y compone a partir de sus propios temores, sueños y obsesiones.